martes, 8 de diciembre de 2015

Los retratos de Man Ray: un dadá tras la cámara.

Flying head. Retrato de Lee Miller, 1930.

"En lugar de pintar personas comencé a fotografiarlas y desistí de pintar retratos, o mejor, si pintaba un retrato no me interesaba encontrar el parecido. Finalmente concluí que no había comparación entre las dos cosas, fotografía y pintura. Pinto lo que no puede ser fotografiado, algo surgido de la imaginación, un sueño, o un impulso del subconsciente. Fotografío las cosas que no quiero pintar, cosas que ya existen."
Man Ray

A pesar de que muchos le consideren por error francés, Emmanuel Radnitzky, nombre autentico de Man Ray, nació en Filadelfia en 1890, hijo menor de una familia de inmigrantes de origen ucraniano. Los inicios artísticos de Man Ray son confusos, por no decir caóticos. Rechazaba la idea de una formación académica y comenzó a estudiar arte en Nueva York en clases nocturnas de la National Academy of Design, mientras trabajaba como grabador después de hacer sus pinitos como bailarín. De 1908 a 1912 estudió dibujo y después se estableció como artista independiente, primero como pintor y escultor. Sus primeros contactos con la vanguardia neoyorquina se producen en sus visitas a la galería de Alfred Stieglitz y en las tertulias de los Arensberg. Su primera exposición individual tiene lugar en la Daniel Gallery de Nueva York en 1915. Dos años después, en 1917, funda junto a Marcel Duchamp (a quien a partir de entonces le unió una estrecha amistad) y Francis Picabia, el movimiento dadá neoyorquino a la vez que comienza a realizar trabajos en el campo de la fotografía por la que siente un interés creciente.
Man Ray fué uno de los primeros artistas abstractos de Norteamérica y tuvo estrechos contactos con las vanguardias europeas. En 1921 se instaló en París como miembro prominente del grupo dadá y tomó contacto con el grupo surrealista con el que colaboró estrechamente durante los años siguientes. Junto a sus actividades artísticas propias realizó frecuentes trabajos de fotografía por encargo, fundamentalmente retratos y fotografía de moda. Hasta 1940, año en que tiene que retornar a EEUU por la ocupación alemana, fotografió a lo mejor y más florido de la cultura de vanguardia parisina, que por aquel entonces era la vanguardia mundial en cuestiones de arte. Desde 1940 a 1950 residió en Hollywood donde enseñó pintura y fotografía y después retornó a París donde vivió hasta su muerte en 1976.
Man Ray Está considerado como uno de los grandes pioneros de la fotografía contemporánea. El carácter precursor de sus fotografías se revela especialmente en el campo de la experimentación. Desarrolló con Lee Miller, su alumna y amante durante años, el innovador procedimiento de la "solarización" que aplicaba no solo al retrato sino también a la fotografía de desnudo con resultados visualmente sorprendentes. También experimentó con las rayografías, esto es, fotografía sin cámara. Gracias a su amistad con grandes artistas de su época, Ray abrió el camino para el reconocimiento de la fotografía como género artístico, de hecho él mismo es uno de los primeros artistas cuya obra fotográfica resultó con el tiempo mucho más apreciada por el mundo del arte que sus obras pictóricas y escultóricas.



Retrato de Jacques Rigaut, poeta. 1922.


Retrato de Georges Braque. 1922.

Jean Cocteau, 1922.

Ezra Pound, 1923.

Marcel Duchamp, 1924

Kiki de Montparnasse, 1922

Kiki de Montparnasse. 1926


Benjamin Fondane, poeta. 1926

Condesa Casati, 1928

Helen Tamiris, bailarina, 1929.

Retrato solarizado de Lee Miller, 1929

Lee Miller, 1930

Meret Oppenheim, 1932

Meret Oppenheim, 1933


Pablo Picasso, 1933


Jacqueline Barsotti Goddard con una bola de espejos,1934.


Retrato de Dora Maar 1936

Salvador Dalí y Gala, 1936

Paul y Nusch Eluard, 1936.

Edward James, 1937

Coco Chanel, 1935

Ava Gadner como Pandora, 1951

Catherine Deneuve, 1968

Man Ray ante un retrato de Kiki de Montparnasse. 1954.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un espectáculo todos y cada uno de los retratos de este artista. Desde luego, producto de un ser extraordinario asomándose al objetivo. Una mirada única. No hay ninguno de ellos que no provoque una reacción emocional inmediata. El retrato de Dora Maar, me deja en estado de sock (tambaleante ratoncillo al borde del paroxismo). Pero lo mejor de todo, profesor, es que sus posts son siempre una invitación a seguir descubriendo. Así que, un ser tan curioso como yo, se ha visto impelido a investigar qué era eso de la solarización y la rayografía, y así, zascandileando más tiempo por su blog, me he encontrado con otra fotografía solarizada en su entrada de Edwuard Weston y su “Nude, 1927”. Y entonces, me he sentido orgulloso (vanitas vanitatis) de haber sido capaz de asimilar e identificar en mi pequeño cerebro un concepto que desconocía por completo, al ser yo lego en todo lo concerniente a los ojos acromáticos.
Y no conforme con esa conquista intelectual, me he dado un pequeño paseo por el movimiento dadaísta, haciendo interesantes correlaciones con el contenido del museo del que el otro día le hablaba yo a usted y que no es otro que el de la Fundación Antonio Pérez (Antonio nació en el 34), que si mal no recuerdo, estuvo afincado en París muchos años y cuando regresó a Cuenca su corazón llevaba un pequeño letrero que decía: Soy dadaísta (y una variante en francés: Je t’aime dadá). En fin, que cuando me he dado cuenta y entre una cosa y otra y un ir y venir de acá para allá, estaba contemplando con inusitado asombro la obra de Marcel Duchamp titulada “La novia desnudada por sus solteros” (¡Ave María, cómo están las cabezas!), y es aquí, justo en este punto, cuando me he dado cuenta de que yo ya había amortizado con creces la lectura de su post y que tampoco era cuestión de sobrecalentar en demasía el chirumen, así que me he vuelto a mi ratonera a mordisquear con indolencia de sabio unos quesitos y a escribir mi pequeña crónica. Le reitero mi agradecimiento y admiración, y cuando usted quiera le hago partícipe de unas tapas de queso y también de unas tapas de libro que he encontrado por ahí y que no están nada mal.
Hasta otro día, señor mío. Cuídese.
Dixie.

Jesus Risueño dijo...

Gracias por decir que mis post son una invitación a seguir descubriendo, si consigo eso aunque solo sea un poquito créame que me doy por contento.
Los retratos de Man Ray, que fueron muchos, son en ocasiones geniales y en otras simplemente interesantes por el personaje que retratan. El de Dora Maar es de los mejores y puestos a confesarse mi favorito es el de Mereth Oppenheimer apoyada sobre el volante del tórculo con el brazo manchado de tinta de estampar... una maravilla.
Si me admite un último consejo tampoco se deje deslumbrar por Marcel Duchamp, era un snob muy muy sobrevalorado.
Un saludo afectuoso.