Martine Franck: Bibliotheque pour enfants, Clamart, France, 1965
El pasado miércoles 15 de agosto falleció en París a los 74 años la fotógrafa belga Martine Franck. Vaya por delante que no me gustan absolutamente nada las reseñas necrológicas pero esta mujer, más allá de su condición de viuda y heredera del gran legado fotográfico de Henri Cartier-Bresson, merece por derecho propio un recuerdo.
Martine Franck nació en Bélgica en 1938 pero vivió su infancia entre el Reino Unido y Estados Unidos. Estudió Historia del Arte en la Universidad Complutense de
Madrid y en la École du Louvre en París y comenzó su carrera como fotógrafa
trabajando como ayudante de fotografía en la revista Time-Life. En 1965 se independizó profesionalmente
y se dedicó a realizar retratos de escritores y artistas, incluyendo una
notoria serie de mujeres para Vogue. En 1970 contrajo matrimonio, como ya hemos mencionado, con el co-fundador de la agencia Magnum Henri-Cartier Bresson después de que este tomara la decisión de acabar con la tormentosa relación con su anterior esposa la bailarina javanesa Ratna Mohini, pero antes de que decidiera abandonar la fotografía para dedicarse a su gran pasión, la pintura. En el año 2000 fue junto a su marido la co-promotora y presidenta de la Fundación Cartier-Bresson de Paris.
Co-fundadora de la agencia Viva, en 1980 comenzó a colaborar con la agencia
Magnum. El año 1983 fue clave en su vida: no sólo culminó un importante proyecto para el
Ministerio de Derechos de las Mujeres francés sino que también se convirtió en miembro
de Magnum. Desde 2004 estuvo centrada en los proyectos de Georgia, India y
Japón de esta agencia.
Defensora a ultranza del blanco y negro, Martine convirtió el lenguaje monocromo en su seña de identidad, considerando el color como una distracción para el fotógrafo, en tanto que el blanco y negro permite una mayor concentración en la composición. Desde luego no hace falta ser un experto para comprobar que en muchas de sus imágenes la composición es perfecta... pero sin duda hay en ellas algo más, el factor intangible del instante y lo profundamente humano que diferencia a los grandes fotógrafos de los simples estetas. Donde estés, adiós Martine, no olvidaremos tu mirada sensible, elegante y lúcida a un tiempo.
Al final del post les dejo un enlace con el portfolio de la fotógrafa en Magnum.
Defensora a ultranza del blanco y negro, Martine convirtió el lenguaje monocromo en su seña de identidad, considerando el color como una distracción para el fotógrafo, en tanto que el blanco y negro permite una mayor concentración en la composición. Desde luego no hace falta ser un experto para comprobar que en muchas de sus imágenes la composición es perfecta... pero sin duda hay en ellas algo más, el factor intangible del instante y lo profundamente humano que diferencia a los grandes fotógrafos de los simples estetas. Donde estés, adiós Martine, no olvidaremos tu mirada sensible, elegante y lúcida a un tiempo.
Al final del post les dejo un enlace con el portfolio de la fotógrafa en Magnum.
Ballet Moisseev, young dancers rehearsing, Moscow, 2000
Agadir, Marruecos 1976.
La Grande-Motte, Languedoc - Roussillon, France, 1976
New York City, 1979, Soup kitchen Salvation Army
Hospice at Ivry-sur-Seine, 1975
Woman viewing a painting by Paul Delvaux, Grand Palais, Paris, 1972
Nepal, 1996
Henri Cartier-Bresson: Retrato de Martine Franck. Paris, 1994.
No hay comentarios:
Publicar un comentario