El ojo acromático: Adriana Lestido, narradora de ausencias

La salsera. Adriana Lestido 1992

"Es verdad que fotografío mujeres, pero no por una cuestión de género. Lo que está por detrás es la ausencia del hombre"

Susana Lestido

Adriana Lestido nació en Buenos Aires en 1955, en una familia humilde de la que ella era la mayor de cuatro hermanos. Cuando solo tenía siete años su padre, vendedor de profesión, fue acusado de estafa y encarcelado durante años, siendo esta primera ausencia de la figura paterna una marca determinante de su infancia. En 1973 comienza a estudiar ingeniería y milita en el partido Vanguardia Comunista donde conoce a un compañero, Willy, con el que contrae matrimonio en 1974. En 1978, en los peores años de la represión de la dictadura militar del General Videla, su marido es secuestrado y ya nunca más se vuelve a saber de su existencia. Diez años después Adriana se divorció de él alegando como motivo legal reconocido por la justicia "la ausencia", porque no quería que el régimen argentino la declarara viuda. Otra vez la ausencia, la terrible ausencia del hombre, esta vez por culpa del terrorismo de estado.
En 1979 Adriana empieza a estudiar cine y como complemento se apunta en una academia a un curso básico de fotografía porque apenas había usado nunca una cámara y le parecía que para hacer cine era necesario saber algo de técnica fotográfica. Fue una pasión al primer instante, como ella misma dice: "allí me volví loca y comencé a soñar con imágenes". Se hace fotoperiodista y en 1982 comienza a trabajar para el diario de Buenos Aires "La Voz". Solo lleva dos semanas en el trabajo cuando acude a cubrir una manifestación de la Asociación Madres de la Plaza de Mayo y obtiene la famosa fotografía que al día siguiente está en la portada del periódico y que habrá de convertirse en un icono de la lucha heroica de estas mujeres. La imagen, demoledora, muestra sobre un fondo de pancartas con nombres de desaparecidos a una madre con su hijita pequeña en brazos. Ambas lucen el pañuelo blanco en la cabeza que simboliza su lucha y la niña, puño en alto y con precisión perturbadora, reproduce el gesto desgarrado de la madre. En pocas palabras, una de esas extrañas imágenes que, nada más verlas nos conmueven hasta los cimientos y consiguen meterse en nuestra memoria para siempre. Una imagen que la propia Adriana reconoce como el principio de su carrera, presente en todas sus retrospectivas y que contiene ya los elementos claves de su obra: la madre, la hija, el marido ausente, el padre ausente.
En 1985 abandona "La Voz" y entra a trabajar en la agencia "DyN" (Diarios y noticias). Allí, sin proponérselo, encontró su camino personal, que no era el del fotoperiodismo, a pesar de que era una excelente profesional de este campo. Un día la agencia le encargó hacer unas fotografías en un hospital infantil y juvenil y lo que vio le conmovió de tal manera que supo de inmediato que no era suficiente con sacar unas fotos e irse, que lo que ella quería no era eso. Comenzó a visitar el hospital por su cuenta y durante dos años estuvo acompañando y haciendo fotografias a aquellos niños enfermos y solos. Así nació su primer proyecto documental, "Hospital infanto-juvenil" (1986-1988) y estableció un método de trabajo basado en la implicación humana, la constancia y el tiempo. Tras este vinieron otros proyectos: "Madres adolescentes" (1988-1989), "Mujeres presas" (1991-1993), con el que consiguió la publicación de su primer libro, "Madres e hijas" (1995-1999)... que conformaron un ciclo de más de una década de ausencia masculina que ella misma definió como "amores difíciles". Por el camino encontró también becas (Hasselblad, Guggenheim), premios y el reconocimiento de todos los que amamos la fotografía más sincera y auténtica, alejada por igual del oportunismo y la grandilocuencia.

Les dejo a continuación una selección de los proyectos más relevantes de esta fotógrafa del otro lado del charco que a mí, personalmente, me conmueve la fibra más intima con cada una de sus imágenes. La autora, con una humildad digna de elogio, habla de desaparecer, de ser una simple transmisora: "Trato de ser una transmisora, de que algo pueda verse a través de mí. Hay que fundirse con el otro, hay que desaparecer para poder estar realmente en lo que se mira... yo creo que eso es el ver, pero para eso la personalidad tiene que desaparecer... hay que conectar desde un lugar más esencial". Sinceramente no sé si lo consigue (para nuestra fortuna), porque todas sus fotografías respiran una sensibilidad, humanidad y un delicado sentimiento de lo íntimo que algo dice también de quien está detrás del visor de la cámara. ¿ No les parece?

Como siempre, les deseo un feliz domingo, amigos.

Adriana Lestido. Madre e hija de Plaza de Mayo, 1982

Hospital infanto-juvenil 1986-1988

Madres adolescentes-1988-1989

Mujeres presas 1991-1993

Mujeres presas. Estela 1991

Mujeres presas 1991-1993

Madres e hijas 1995-1999. Eugenia y Violeta

Madres e hijas. Eugenia y Violeta

Adriana Lestido - Madres e hijas - Eugenia y violeta

Madres e hijas - Mary y Estela

Madres e hijas - Alma y Maura

Madres e hijas. Marta y Nana

Adriana Lestido - Madres e hijas

Madres e hijas. Marta y Nana

El amor

Y por último les dejo una muestra de uno de sus últimos (hasta el momento) proyectos, "México" (2011), donde demuestra que cuando quiere también sabe retratar, y muy bien, a los hombres:

México. Adriana Lestido 2011

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domingo, 22 de noviembre de 2015

Adriana Lestido, narradora de ausencias

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