domingo, 23 de septiembre de 2012

Luna llena


La fotografía nocturna tiene un punto de aventura que atrapa al instante al que la hace. Cuando digo aventura me refiero al aspecto fotográfico fundamentalmente, aunque no se crean, eso de andar a la caza de imágenes en absoluta soledad, linterna en mano y merodeando por sitios que durante el día pueden estar atiborrados de gente (como el caso de esta playa) tiene su aquel. Pero el encanto en que yo estaba pensando es otro y es que la fotografía nocturna nos devuelve en algún modo a los orígenes, por el sencillo motivo de que al ser una práctica muy minoritaria los fabricantes de cámaras no piensan en absoluto en ella. El resultado: ninguno de los automatismos funcionan. El enfoque no funciona, el exposímetro está de adorno, hay que disparar en bulb (o sea, calcular el tiempo de disparo uno mismo y abrir y cerrar el obturador manualmente), la batería que normalmente nos dura días sino semanas puede irse al garete en plena exposición y así todo... Y luego están las sorpresas o "apariciones": efectos ópticos inesperados que se producen espontáneamente dentro del objetivo (llamados destellos o, nombre que me gusta mucho más, artefactos), efectos de color incontrolables que dependen de la temperatura, que afecta sobremanera al sensor y, lo mejor de todo, las apariciones físicas que hacen, una vez más, buena la ley de Murphy. Para ejemplo de esto último esta toma. Estuve en esa playa absolutamente solo alrededor de dos hora y media, tomando fotografías del mar y los acantilados iluminados por la luna llena cuando al mirar a mis espaldas vi que se formaba este hermoso reflejo sobre la charca. Así que dí la vuelta a la cámara, calculé los minutos de exposición y justo acababa de abrir el obturador cuando va y aparece con sus brillantes faros el único coche que ví en toda la noche. Increíble pero cierto. Pueden ver la bonita estela roja que dejaron sus luces traseras en el camino que bordea el arenal y los destellos de los faros en la parte derecha. Si llego a planificarlo les aseguro que a estas horas estaría todavía detrás del trípode esperando...

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