domingo, 24 de febrero de 2013

William Klein, el ojo iconoclasta.

Evelyn Tripp, Paris, 1958 © William Klein

"Si los pintores se han liberado de las reglas, ¿porqué no los fotógrafos?"
William Klein

Más que un simple rebelde, el norteamericano William Klein fue un autentico iconoclasta de mediados del siglo XX que, desde la cima del mundo de la fotografía de  moda,  dedicó el mayor de sus empeños a, no romper, sino dinamitar moldes. Sus trabajos fotográficos realizados durante las décadas de los cincuenta y sesenta son una negación sistemática de todas y cada una de las reglas de la fotografía imperantes en aquella época, abriendo con sus refrescantes imágenes nuevos caminos, a los que, para bien o para mal, nuestro cansado ojo del siglo XXI ya está acostumbrado, pero que en su momento resultaron sustancialmente sorprendentes, cuando no provocativos.

Como muchos otros grandes fotógrafos, Klein recibió una formación de pintor, más concretamente en París, y allí comenzó su carrera artística en 1948, en un momento en el que, agotadas las vias de las vanguardias históricas, la ciudad de las luces veía perder su trono de capital mundial del arte en favor del gran hermano americano. En otras palabras, ser pintor en París ya no era lo mismo que unas décadas antes, cuando Picasso era Dios. Tal vez por eso, o por simple casualidad, a comienzos de los años cincuenta descubrió su pasión por la fotografía. Aunque en un principio la utilizó como un medio de expresión abstracto, casi como una extensión de la pintura, muy pronto descubrió y se sintió fascinado por sus posibilidades de investigación del mundo real. En 1954, Alexander Liberman, el director artístico de «Vogue», contrató al joven artista para su revista. Así co­menzó la meteórica carrera de de Klein como fotógrafo de moda, en cuyo transcurso no pudo librarse jamás de una perenne actitud ambivalente e irónica, rozando en ocasiones la irreverencia, aunque esto es algo que los franceses suelen encajar bien (trés chic). Su intención no fue en ningún momento continuar con las poses mundanas de la fotografía de moda, sino "hacer auténticas fotos, barriendo con los tabús y los clichés".

Durante su particular década prodigiosa, Klein empleó, deliberadamente y a fondo, toda cuanta técnica pudiera considerar de ayuda en su frenética carrera de experimentación: el gran angular y el teleobjetivo, insólitos efectos luminosos y de flash, el desenfoque intencionado causado por el movimiento..."Probé todo: grano, movimiento, evasión del encuadre, deformaciones, imágenes accidentales. Disparaba sin apuntar, encuadraba al buen "tuntún", exageraba el grano, el contraste, ampliaba con desmesura y, en general, pasaba el proceso fotográfico por la batidora. Un curso acelerado de lo que no hay que hacer en fotografía. La mayor parte de las veces tenía y usaba de cualquier manera todo los que los fotógrafos de entonces hubieran tirado por la ventana. Pensaba: los pintores se han liberado de las reglas, ¿porqué no los fotógrafos? tal vez era mas fácil para mi, independiente y herético".

Aunque trabajó para «Vogue» hasta 1966, Klein no consideró nunca su verdadera vocación la fotografía de moda, sino más bien lo que él llamaba «sus fotos serias». Con ello se refería a los reportajes fotográficos, crudos y sin compromisos, que realizó en las grandes ciudades como Nueva York, Roma, Moscú y Tokio, y cuya publicación en libros le reportó un notable éxito. Por supuesto en este campo mantuvo una similar actitud : "En París, con los amigos, gravitaba hacia el antiarte: ¿por qué no hacer antifotografías? O, por lo menos, anti "buenas" fotografías. Jugué a ser reportero gráfico, tratando el hecho más trivial como si fuese una gran primicia. Por entonces, 1954, el modelo era Cartier-Bresson y el lema, objetividad. Elegancia, mesura, distancia; y discreción. Mi proyecto de diario-tabloide era muy distinto. Anduve en dirección contraria, dejé caer el mito de la objetividad y provoqué una especie de fotomatón callejero. Fotomatón, reportero gráfico, tabloide, parodia, art brut, antifotografía; todo eso para empezar"

Klein abandonó (en nuestra modesta opinión, por desgracia) la fotografía en 1961, para dedicarse al cine, mundo en el que, tal vez por su compromiso político y las insólitas puestas en escena de sus obras cinematográficas fue confinado a una posición marginal. Retornó a la fotografía a comienzos de los años ochenta, pero su gran momento ya había pasado. Por fortuna siempre nos quedarán sus magistrales imágenes en la retina.

Un saludo.

(Nota: citas extraídas del texto "William Klein según William Klein")

Cinecittá, Roma, 1959 © William Klein

Affiche de cinéma, Tokyo, 1961 © William Klein

Pistola, New York, 1954 © William Klein

Bikini, Moscú, 1959 © William Klein

Club Allegro Fortissimo, Paris, 1990 © William Klein

Harlem, New York, 1955 © William Klein

Brooklyn, New York, 1955 © William Klein

Cercanías del puerto, New York, 1955 © William Klein

Elsa Maxwell’s Toy Ball at the Waldorf, New York, 1955 © William Klein

Simone Daillencourt, Capucci, 1960 © William Klein

Paris,1960 © William Klein

Kiev Station. Moscú 1959 © William Klein

Dance Happening, Tokyo 1961 © William Klein

Moscú 1959 © William Klein

New York, 1955 © William Klein

Anouk Aimée and cigarette holder. Paris 1961 © William Klein



domingo, 17 de febrero de 2013

Arnold Newman, el arte del retrato.

Igor Stravinsky. Arnold  Newman. New York -1946.
"El segundo plano tiene que sumarse a la composición y ayudar a comprender al personaje. Hacer sólo el retrato de alguien famoso no significa nada."
Arnold Newman


Arnold Newman demostró desde su infancia y su adolescencia un pro­fundo talento para el dibujo y la pintura. Después del período escolar, comenzó sus estudios de arte en la Universidad de Miami, que sin em­bargo debió interrumpir por razones económicas. A los veinte años de edad aceptó un puesto en un estudio de retratos de Filadelfia, que iba a convertirse en el primer peldaño de una exitosa carrera de fotógrafo. En sus primeras épocas, Newman concentró su trabajo en la fotografía so­cial y documental, que practicaba en los barrios negros de West Palm Heach, Filadelfia y Baltimore. A comienzos de los años cuarenta se fue especializando cada vez más en el retrato, y llegó a ser un fotógrafo-estrella de artistas, hombres de letras, músicos y otras personalidades de renombre. En ese género, Newman desarrolló un estilo muy personal, conocido bajo la denominación «retrato de ambiente». La expresión designa esa particularidad suya de incluir en el retrato objetos típicos y característicos del ambiente en el que se desenvuelve la persona retra­tada, que remiten a su actividad y su forma de pensar. Newman afirmó a propósito de su trabajo: «Yo no me intereso demasiado por el aspecto puramente documental. Por el contrario, prefiero reflejar las impresiones que me produce cada individuo, por medio de ese lenguaje en permanente evolución que es la fotografía.» 
(Marianne Bierger-Thielemann)

Leonard Bernstein, Philharmonic Hall, New York, 1968

Josef Albers, New York 1948.

Manuel Álvarez Bravo. New York

Piet Mondrian. NY, 1942

Jean Dubuffet. Vence-France 1951. Arnold Newman

Roy Lichtenstein. South Hampton. Arnold Newman

Ieoh Ming Pei, architech.  Arnold Newman 1967.

Marilyn Monroe. Arnold Newman.

Grandma Moses Eagle-Bridge. Arnold Newman.

Ruth Bernhard, 27 January, 1997 -by Arnold Newman